El rostro es una de las áreas más visibles de nuestro cuerpo y de las que se ve más afectada cuando se va disminuyendo la capa subcutánea de tejido adiposo.
En consecuencia, la piel pierde elasticidad y se ve arrugada. Con el tiempo, el rostro pierde sus dimensiones y toma un aspecto caído. Un tratamiento de rejuvenecimiento facial con células madre ayuda a combatir estas molestas consecuencias del paso del tiempo.
Las células madre liberan una serie de factores de crecimiento que activan cadenas bioquímicas estimulando la formación de nuevo colágeno y elastina, permitiendo que el proceso no sólo implique dar volumen a la zona, sino que también rejuvenecer la piel.